Visiones Dantescas III. Purgatorio y Paraíso. Por: Virginia Seguí Collar.


                                                                                     sordellofaruffini1864.jpgFederico de Faruffini «El amor del poeta o Sordello y  Cuniza,condesa de San Bonifacio» 1864)

Superado el Infierno, Dante y Virgilio continúan su viaje hacia el Paraíso, para ello deben escalar una montaña: el Purgatorio. La descripción del lugar es la antítesis del Infierno; pues estamos ante una montaña escarpada, formada por círculos concéntricos, ascendentes y sucesivos; como cornisas de flancos aserrados, en donde las almas se purifican. Cuando Lucifer cayó desde el cielo la tierra se retiró formando, sobre las aguas de hemisferio austral, una montaña: el islote del Purgatorio que remata su cima con una plataforma en la que se encuentra: El Paraíso. Las almas van llegando a él transportadas, en barcazas, por un ángel, su destino: la expiación de sus culpas.

Bajo el cielo azul sobre el que destacan el astro de Venus y las cuatro estrellas de las virtudes cardinales Marco Porcio Caton, conocido por Caton de Utica, custodio del Purgatorio indicará los viajeros el camino a seguir para llegar al Paraíso, advirtiendo a Dante de que la virtud de la humildad y la sinceridad de su alma serán las mejores compañeras de viaje si quiere llevar éste a buen término. En su ascenso el poeta irá conquistando su propia moral a la vez que se liberará de sus miserias individuales y materiales. El camino comienza en los repechos del Antepurgatorio donde penan las almas de los que dejaron el arrepentimiento para el final: los que  fueron excomulgados, los que tuvieron pereza en arrepentirse y los que murieron violentamente. Una galería de personajes contemporáneos desfilarán ante nosotros: Manfredo de Suabia, Belacqua, Iacopo del Casero, Bonconte de Montefeltro, Pía  D´Tolomei. Dante nos describe cómo sus almas ven y observan el transcurrir de su vida terrenal pudiendo juzgar sus errores y culpas.Superando el cuarto repecho se les aparece el poeta mantuano Sordello que les introduce en el valle en que los príncipes negligentes espían su culpa; en este valle Dante se duerme rendido por la fatiga y el descanso facilitará su encuentro con Santa Lucía quien se le aparecerá en sueños transportándole ante las puertas del verdadero Purgatorio. Allí un ángel custodio graba sobre su frente las marcas de los siete pecados capitales: sietes <P>, que le irán siendo borradas por otros tantos ángeles a medida que vaya recorriendo los correspondientes círculos del Purgatorio.

kochcasinomasimo2.jpg       Koch (La Nave de las Almas Expiantes)

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                                                           (Koch: Los Soberbios en el primer círculo)

                  

Sobre la primera cornisa: los soberbios avanzan lentamente transportando grandes peñascos, entre ellos descubre al conde Humberto Aldobrandeschi ya sin su fama terrenal que será una premonición de la pérdida de su propia fama.  En la segunda cornisa los envidiosos avanzan con los ojos cosidos con un hilo de hierro y flagelándose con un cilicio, entre ellos la sienesa: Sapía dei Salvani, quien demostró públicamente su satisfacción por el mal ajeno. En la tercera cornisa, envueltos en un denso humo, apenas se divisa a los iracundos, ente ellos encuentra Dante a su amigo Marco Lombardo. Los perezosos están obligados a penar en continuo movimiento en la cuarta cornisa; la quinta es para los pródigos y los avaros que expían sus culpas postrados en tierra atados de pies y manos; el Papa Adriano VI y  Hugo Capeto vagan entre ellos; el sexto círculo es donde los glotones devorados por el hambre enflaquecen hasta quedar reducidos a piel y huesos, Forese Donati, antiguo compañero de placeres y errores del poeta destaca entre ellos; finalmente un último y séptimo círculo para los lujuriosos. Desde allí, Dante conducido por Virgilio, a través de las llamas, llega al principio de la escalera que da acceso al Paraíso terrenal y, así a la vida social activa le seguirá la vida contemplativa; representadas ambas por: Lía y Raquel, con las que Dante soñará en un peldaño de la escalera.

La llegada al Paraíso terrenal significa para Dante la conquista de la rectitud y de la voluntad; a partir de entonces será una persona <per se> capaz de trascender con su inteligencia el mundo de la realidad sensible y alcanzar al ser en si mismo, en su universalidad. 

En la cima de la montaña, bajo un cielo sin  límites se extiende una extensa llanura en la que se encuentra el Paraíso y por la que discurren los ríos Leteo y Eunoe, en sus orillas se le aparece Matelda, la sabiduría de las Sagradas Escrituras, con ella se interna en una floresta en la que asisten a una procesión mística, encabezada por siete candelabros de oro, y seguida de veinticuatro ancianos vestidos de blanco y cuatro animales situados a los lados de un carro que avanza conducido por un grifo; tres mujeres caminan junto a la rueda derecha y a la izquierda cuatro mujeres danzan vestidas de púrpura. El poeta debe despedirse de Virgilio, poeta pagano, sin acceso al Paraíso; ahora será su amada Beatriz quién le guíe el resto del viaje.

rossetiraquellia.jpg( Dante Gabriel Rossetti :» La Visión de Dante de Raquel y Lía»)

Nueve cielos conforman la topografía del Paraíso, más un décimo, cielo inmóvil o Empíreo; cada uno se corresponde con un coro angélico y, en cada uno de ellos, los bienaventurados representados de diversas formas revelan y narran su vida ejercitándose en la virtud cardinal de la templanza. Existe una ulterior subdivisión entre los cielos: tres corresponden a la Luna, Mercurio y Venus; allí están los espíritus que en vida supieron utilizar la razón. En tres siguientes: Sol, Marte y Júpiter, se encuentran los  que profundizaron en la prudencia, la fortaleza y la justicia. En el Séptimo cielo (Saturno)  los espíritus practican la vida contemplativa y están ya próximos a Dios igual que lo estuvieron en su vida terrena. En todos estos lugares Dante sigue encontrando personajes contemporáneos conocidos y/o históricos de los que el poeta va obteniendo relatos y enseñanzas que le ayudan en su propia purificación. El noveno cielo denominado: Primer Móvil o cielo cristalino está a cargo de los Serafines, Dios aparece como un punto luminoso y, finalmente el décimo cielo o Empíreo, sede del Paraíso, morada de los ángeles y los bienaventurados que lo cubren en forma de esfera.

El amor  que Dante sentía por Beatriz, explicitado en su Vida Nueva, continúa vivo; de modo tal que el poeta no es capaz de describir su belleza, una belleza que no puede ser comprendida por un mortal y sólo allí en gozo pleno con Dios puede ser valorada en toda su extensión. El Paraíso que Dante nos describe contiene el conjunto de creencias de un cristiano de su época; el corpus doctrinal cristiano  con sus mejores representantes: Tomás de Aquino y Buenaventura de Bagnoregio como grandes teólogos del siglo XIII y, otros más sencillos y místicos como San Bernardo de Claraval; su concepción del mundo es básicamente tomista y por ello el Paraíso es el tercer estadio de expiación humana o fase de perfección. Dante aprende y se perfecciona con las lecciones de Beatriz y las otras almas. No obstante, el mundo dantesco no está exento de unas referencias clásicas que son patentes a lo largo de todo el poema, aunque en esta última parte, exégesis del mundo cristiano, estén muy mitigadas. El poeta tampoco puede sustraerse a su propia concepción del mundo y a su concepción vital y política acorde con el momento cultural en el que se encuadra su mundo.

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(Domenico di Michelino : «Purgatorio»)

Esta parte de la Divina Comedia ha tenido menor éxito iconográfico y, dejando a un lado los ilustradores de las diferentes ediciones de la obra que han sido muchos a lo largo de la historia, nos ceñiremos a los artistas plásticos entre los que ha tenido más éxito. El movimiento romántico a lo largo del siglo XIX es el que recoge la iconografía de esta parte de la obra de Dante con mayor profusión. Como excepción tenemos una obra de Domenico di Michelino, fechada en 1465, que representa la entrada al Purgatorio y nos permite observar detrás de la figura del poeta un Purgatorio en  plenitud y en su parte superior el Paraíso terrenal. El resto de ejemplos está circunscrito al siglo XIX; comenzando por la obra de Federico de Faruffini que representa, en 1864) el encuentro con el poeta Sordello y su esposa en: El amor del poeta o Sordello y  Cuniza, condesa de San Bonifacio, actualmente en Brera (Milan). La llegada de la nave de las almas al Purgatorio es representada en el Casino Máximo (Roma) por uno de los mejores representantes de los nazarenos alemanes Antón Koch en: La nave de las almas expiantes y la entrada al monte del Purgatorio, obra de 1827-9. Dante Gabriel Rossetti representa La visión de Dante de Raquel y Lía (1855).

                                             ( Dante Gabriel Rossetti : Pía De Tolomei»)        piatolomei.jpg

Las obras dedicada a Pía de Tolomei son los mejores ejemplos de obras que representan historias de personajes incluidos dentro de la narración general de la obra; son representaciones de gran popularidad entre ellas encontramos nuevamente un ejemplo del pintor victoriano y rafaelista Dante Gabriel Rossetti realizada entre 1868 y 1880 bajo el nombre de Pía de Tolomei y otra homónima ejecutada por el escultor Achille Della Croce, en la que vemos una Pía realizada en mármol blanco que nos remite a mujeres de esencia shakesperiana como de Desdémona.

piatolomei2-achille-della-croce-1963.jpg( Achille della Croce: «Pía de Tolomei»)

                                          

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 (Veit: «El Paraíso»)

                                                                           

También el Purgatorio y El Paraíso están presentes en el Casino Massimo, en esta ocasión, con obras de Philipp Veit, otro miembro del grupo nazareno alemán, de marcado gusto primitivista propio del movimiento; entre ellas podemos distinguir primero a los soberbios que caminan lentamente transportando losas de piedra: imagen que corresponde al primer círculo del Purgatorio y la segunda una imagen del Paraíso en la que vemos una Trinidad sobre la figura central de la Virgen, en Majestad, a cuyos pies se encuentran postrados Dante y San Bernardo.      

Hasta aquí nuestras visiones dantescas, el tema da para más, pero creemos que con lo dicho está suficientemente explicitado el éxito que a lo largo de la historia del arte ha tenido la iconografía creada por Dante en su obra La Divina Comedia.                                         dantebeatrizetcveit.jpg (Veit. Detalle del «El Paraíso»)