Jardines Medievales II. El Islám. Por Virginia Seguí Collar


fig1-ciudadislamica.jpg (Fig. 1. Modelo de ciudad islámica) fig2-casaislamica.jpg (Fig. 2. Modelo de casa islámica)

La cultura islámica se instala originariamente, a partir del siglo VII, en la península Arábiga, limitada en el norte por el creciente fértil y teniendo a Siria y Palestina al noroeste; conformada por una gran zona desértica muy cálida que ocupa el norte y su zona central en la que escasean los oasis; su población se componía mayoritariamente de tribus nómadas y escasos núcleos urbanos poco desarrollados, entre los que destacaban La Meca y Yatrib, después Medina; y una franja costera del sur muy fértil, el Yemen actual, con población sedentaria, agricultura establecida y un mayor numero de núcleos urbanos. Estas zonas eran dos estados independientes de organización tribal hasta la unificación islámica.

Las condiciones climáticas y las creencias religiosas condicionaron la morfología de  las ciudades que se irán creando desde que Muawiyya, gobernador de Siria, en el año 661, estableció la primera dinastía Omeya. Inicialmente actúan sobre las ciudades preexistentes que van conquistando y una vez asentados construirán ex novo. La morfología de la ciudad musulmana presenta características diferenciadas de las occidentales, funcionalmente son organismos mucho más simples que llevan al extremo la dicotomía campo/ciudad; sus calles no son un espacio público sino un camino, a veces tortuoso, trazado por casas cerradas al exterior agrupadas sin planificación alguna; su crecimiento es orgánico como el de una célula viva formando un compacto caserío con terrazas y patios como únicos espacios abiertos, en ellos es donde sus habitantes instalaban sus jardines. (Fig. 1)

Yaqubi describe la construcción de Samarra por Al-Mutasim, en las proximidades del Tigris, indicando que estaba planificada con cuatro calles paralelas al río y cuando hubo dispuesto el reparto de la ciudad: «[…] construyó un puente sobre el río  dividió la tierra de la otra orilla en granjas, importando semillas de buena calidad para palmerales, huertos  viñas«, trajo expertos artistas y artesanos e industriales técnicos en diversos oficios y los instaló en una zona de la ciudad: «Todos los estableció en aquel barrio, al otro lado del Tigris, en casas que tenían su jardín, su pérgola para descanso, su estanque y establos con picadero […]». (Fig. 2)

(Fig.3. Plano de la ciudad de Bagdag)fig3-planobagdag.jpg (Fig.4. Pintura mural de Quasayr Amra)fig4-quasayramrabanoviii.jpg

 

 

El mejor ejemplo de ciudad ex novo es la ciudad de Bagdad, construida ya en período abbasí, y que supone una excepción del modelo expuesto ya en su misma ubicación al seleccionar siguiendo la tradición persa un lugar privilegiado entre los ríos Tigris y Éufrates, será conocida como la Ciudad de la Paz. Es un modelo de ciudad perfecta o ideal, con una planificación utópica de planta circular, de 6600 metros de diámetro, rodeada de una doble muralla, precedida posiblemente de un foso. Cuatro grandes vías confluyen en el centro donde se situaban los edificios nobles: Mezquita o aljama, Palacio o Dar al Imara y otras dependencias, aisladas por un paradeison o jardín coto de caza, de herencia sasánida, de grandes dimensiones con vegetación y animales en semilibertad. (Fig. 3)

Existen también otro tipo de edificios civiles construidos a partir del califato Omeya en los que al parecer pudo también existir algún espacio dedicado a jardín, se trata de los palacios o residencias del desierto, donde descansaban de la insalubre y bulliciosa vida urbana, aunque a veces son espacios muy reducidos y situados en zonas con bastantes dificultades para el crecimiento de vegetación, pero hay pruebas de la existencia de baños y estanques en ellos, así pues encontraron la manera de abastecerlos de agua, que bien pudiera servir también para crear algún espacio ajardinado, destaca el de Quasayr Amra, Hammam As-Sarakh, Mschatta, Qasar Al-Hair, en el citado en primer lugar existe una pintura mural con una escena de baño que muy bien pudiera estar ubicada en uno de estos espacios. (Fig. 4)

fig5-patiointeriorcasacordoba-001.jpg(Fig. 5. Patio interior de casa cordobesa)fig6-moraensujardinromerobarros1878.jpg (Fig. 6. Mora en su jardín. Romero Barros.1878)

 

 

La organización del jardín y los elementos que lo constituyen son una expresión más del carácter de quien lo construye, en la cultura islámica está vinculado al concepto de paraíso que les promete el Corán, eternos jardines repletos de gozos paradisíacos y  sublimes, con abundancia de agua, vegetación y sonidos de pájaros; donde colmarán todas sus aspiraciones; mientras esto llega crean jardines para emularlo. Los construían de diversos tipos: el ya comentado paradeison, el bustán o jardín de olor cuya finalidad es el disfrute del olfato con distintas fragancias embriagadoras exaltando el mundo de la sensualidad, los de agua para disfrute del oído o riyad con su rumor y diferentes ritmos y de la vista entendiendo el agua como espejo al duplicar la imagen de las arquitecturas entre las que se encuadra. Los de tipo crucero rectangulares con un punto de agua central y cuatro puntos cardinales. De estos jardines de época medieval casi no se han conservado más que los construidos de Al-Andalus en España donde veremos algunos ejemplos.

La entrada de los musulmanes en la península Ibérica se produce en el 710, año 91 de la Hégira, a partir de esta fecha distintas oleadas de pueblos árabes fueron entrando realizando un proceso de conquista, asentamiento y finalmente de asimilación y convivencia de culturas. Su instalación supuso una intervención en las ciudades que iban conquistando y que poco a poco fueron adoptando una morfología más apropiada a su cultura, dejando en las ciudades, hoy españolas, una impronta todavía visible. (Figs.5 y 6 )

 

El momento culminante de la dominación musulmana en la península se produce, sin duda, a partir de Abderraman I (Abd al-Rahman), único príncipe Omeya superviviente de la matanza Abu Al Abbas, que conseguirá huir de Damasco y fundar en Córdoba en el año 756 el I Emirato independiente. Este príncipe omeya, nieto del califa Hisham, criado en el palacio de al-Rusafa, próximo al Éufrates, intentará emular en Córdoba los edénicos jardines en los que vivió su juventud; para ello mandará traer plantas originarias de su tierra natal, palmeras y granados que no crecían aquí para plantarlos en el solar del palacio de los gobernadores, a la orilla del Guadalquivir.

Se sabe que en Córdoba existía un discreto Dar al-imara, rodeado de casas en una ciudad de aproximadamente medio millón de habitantes, por ello, en 936 Abderraman III, autoproclamado Califa en 929, iniciará la construcción de una ciudad palacio a la que trasladar su residencia y la vida de corte; al noroeste de Córdoba en la montaña llamada la desposada se levantará: Medinat al-Zahara, con un sentido jerárquico la ciudad descenderá desde lo alto de la montaña donde se situaba la zona áulica, el descenso se hice mediante tres terrazas en las que se distribuye el resto de la ciudad situándose en la zona mas baja el pueblo llano. Un acueducto la abastecía de agua; las excavaciones han demostrado la existencia de jardines tanto en los aposentos del Califa como en algunas de las casas, posiblemente residencias de  cortesanos, que incluso son denominadas por el tipo de jardín que contienen: de la Alberca, de la Alberquilla. No quedan restos visibles de los jardines auque se han anastilosado varios edificios de la zona noble.

 

En muchas otras ciudades a lo largo de los ocho siglos de dominación árabe, se construyeron jardines, sobre todo en los edificios que utilizaron como residencias, las Alcazabas de Málaga y Almería, la Alfajeria de Zaragoza, los Alcázares de Sevilla, etc, pero como paradigma del jardín, sin duda, nada como la intervención de la dinastía Nazarí en Granada con las construcciones la Alhambra (Fig.7) y los jardines del Generalife. (Fig.8)

fig7-planoalhambragranada.jpg ( Fig. 7. Plano de la Alhambra. Granada)fig8-plantageneralife.jpg (Fig. 8. Planta del Generalife. Granada)

 

 

En ellas el arte nasrí llego a su mayor refinamiento mientras se debilitaba políticamente, hay que considerar que es el único palacio musulmán de época medieval que se conserva y es un perfecto ejemplo del concepto islámico de arte total. El conjunto incluye palacios construidos para sucesivos gobernantes, teniendo en cuenta que cada uno de ellos cuando ascendía al poder deseaba hacer ostentación de ello. En el conjunto se integran arquitecturas, sonidos, olores, reflejos, colores; una arquitectura intimista abierta a espacios interiores en muchos casos ajardinados.

Muhammad I construyó la primitiva Alcazaba en el extremo de la colina llamada Sabika (una roca), pese a ser un periodo de asentamiento con un sentido defensivo está documentada la existencia de un jardín a los pies de la Torre de la Vela. A partir de él los siguientes reyes de la dinastía nazarí van construyendo sus aposentos añadiéndolos a los existentes, así Ismail I, a principios del siglo XIV, construye El Partal, pequeño conjunto que incluye un jardín tipo espejo. (Fig.9) y su sucesor Yusuf I la zona administrativa o mexuar, con la famosa torre de la cautiva, que jalona la muralla y la torre de Comares con el salón de embajadores, el Patio de la Alberca o de los Arrayanes se encuentra ubicado en este entorno (Fig. 10); en él se combina el jardín de espejo y el bustán para deleite de los sentidos. A Muhammad V le debemos el Patio de los Leones que combina el de tipo crucero con el riyad, joya del arte nasrí al que están dedicados unos versos escritos en sus muros, relativos a la fuente central. (Fig. 11)

fig9-elpartalalhambragranada.jpg ( Fig. 9. El Partal de la Alhambra) fig10-patiodelosarrayanesalhambragranada.jpg (Fig. 10. Patio de los Arrayanes. La Alhambra. Granada)

 

 

«Bendito sea Aquél que otorgó al iman Mohamed
las bellas ideas para engalanar sus mansiones.
Pues, ¿acaso no hay en este jardín maravillas
que Dios ha hecho incomparables en su hermosura,
y una escultura de perlas de transparente claridad,
cuyos bordes se decoran con orla de aljófar?
Plata fundida corre entre las perlas,
a las que semeja belleza alba y pura.
En apariencia, agua y mármol parecen confundirse,
sin que sepamos cuál de ambos se desliza.
¿No ves cómo el agua se derrama en la taza,
pero sus caños la esconden enseguida?
Es un amante cuyos párpados rebosan de lágrimas,
lágrimas que esconde por miedo a un delator.
¿No es, en realidad, cual blanca nube
que vierte en los leones sus acequias
y parece la mano del califa, que, de mañana,
prodiga a los leones de la guerra sus favores?
Quien contempla los leones en actitud amenazante,
(sabe que) sólo el respeto (al Emir) contiene su enojo.
¡Oh, descendiente de los Ánsares, y no por línea indirecta,
herencia de nobleza, que a los fatuos desestima:
Que la paz de Dios sea contigo y pervivas incólume
renovando tus festines y afligiendo a tus enemigos!»

                fig11-patiodelosleonesalhambragranada.jpg ( Fig. 11. Patio de los Leones. Alhambra. Granada)   

 

 

El entorno conocido como Jardines del Generalife, es en realidad una casa de recreo de los califas, un lugar de descanso sin las obligaciones de la corte, próximos al conjunto de la Alhambra y como su propio nombre indica un espacio dedicado al ocio y los placeres, a los que en el mundo islámico se llegaba, en muchos aspectos, a través de los jardines. (Figs. 12 y 13)

fig12-vistadelosjardinesgeneralife.jpg( Fig. 12. Vista del Jardines del Generalife)  fig13-patioacequiageneralifegranada.jpg ( Fig. 13. Patio Acequias. Generalife)