Jardines de la Antiguedad: Mesopotamia. Por: Virginia Seguí Collar


crecientefertil.jpg( Mapa de la zona conocida como «El Creciente Fertil»)

La cuna de las civilizaciones antiguas se encuentra en lo que Breasted denominó el Creciente Fértil zona geográfica que comprende el sur y el este del Mediterráneo, en la que se interrelacionaron las civilizaciones del próximo y Medio Oriente.

La  arqueología nos ha permitido conocer el lugar en que estas tempranas civilizaciones se ubicaron y su modelo de desarrollo aprovechando las condiciones favorables del terreno. En el caso de las culturas mesopotámicas será en el espacio creado por el cauce de los ríos Tigris y Éufrates donde las condiciones del terreno favorecerán la aparición de los primeros asentamientos de grupos humanos de economía agrícola y donde posteriormente se formaran los primeros núcleos urbanos conocidos.

            Hay que considerar que aunque existen zonas naturales que reúnen unas condiciones que permitirían considerarlas como jardines naturales, el propio concepto de jardín, tal y como lo entendemos hoy día, exige una intervención humana en su creación, intervención que puede deberse a finalidades diversas pero que precisamente por tal motivo exige un primer sentido conceptual de jardín, que luego queda plasmado en su conformación, de ahí su gran variedad.

            A partir de la Edad del Bronce entre los años 3500 a 3000 a. C. los asentamientos neolíticos de la zona comenzaron a convertirse en ciudades. Sjoberg define la ciudad como: «comunidades de considerable magnitud y elevada densidad poblacional que albergan en su seno a una variedad de individuos especializados en tareas no agrícolas, incluyendo entre éstos a una élite culta«. A partir de aquí será cuando los habitantes de la ciudad al crearla incorporen en la construcción de sus casas el concepto de jardín, o espacios abiertos creados, en este caso para dar a sus viviendas iluminación y aireación, además de organizar lugares de asueto a los que se incorporaba ciertos tipos de vegetación favorecedoras del ambiente.

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(Plano de la ciudad de Ur, y detalles de la ciudad)

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(Plano de Babilonia)

El plano de la ciudad caldea de Ur  y el detalle uno de sus barrios de viviendas, posibles gracias a las excavaciones de Woolley, nos permiten comprobar la existencia de estos jardines urbanos, que se hallan reflejados en él por medio de tramas de pequeños puntos. No existiendo reproducciones artísticas que nos permitan conocer su verdadera forma.

            Los testimonios de historiadores griegos y romanos posteriores han dejado, sin embargo, pruebas elocuentes de la existencia de jardines en Mesopotámia y sus descripciones han conseguido crear un arquetipo en el imaginario colectivo de la civilización occidental que ha visto en los Jardines colgantes de Babilonia el paradigma de jardín de la Antigüedad. Los diferentes soberanos del valle del Éufrates construyeron jardines en los patios de sus palacios en los que crecían diferentes tipos de árboles, flores, estanques y habitualmente una especie de kiosco o pabellones de reposo, e incluso parece existir algún ejemplo anterior de jardines colgantes situados en las terrazas de los zigurats; pero sin duda el paradigma de jardines colgantes fueron los de Babilonia y aunque la leyenda atribuye su construcción a la reina Semíramis la realidad según Claudio Josefo es que fueron obra de Nabucodonosor II o de alguno de los reyes aqueménidas posteriores si seguimos a Diodoro Sículo.

            El arquitecto que construyó estos jardines tuvo, sin duda, en cuenta el singular emplazamiento de la ciudad que permitía la construcción de una red hidráulica de irrigación que permitía su existencia. Situada en la zona en que los ríos Tigris y Éufrates se aproximan, se convierte en una encrucijada en la que se Asia, África y Europa se relacionan y desde la que se controlaban los intercambios con el Mediterráneo. Condiciones que le permiten mantener una hegemonía sobre el resto de ciudades durante largo tiempo sobreviviendo a las diferentes conquistas y cambios de dinastía. Es posible incluso que hubiese varias reconstrucciones de los jardines lo que justificaría la discrepancia de fechas en los relatos de los historiadores.

jardinescolgantes.jpg(Plano de la disposición de los jardines segun Wiseman)

(Idealización de Heemskerck de los jardines colgantes. Siglo XVI)colgantesbabiloniaheemskerck.jpg

La verdadera situación de los jardines dentro de la ciudad tiene dos versiones, la primera de ellas fue expuesta por Koldewey en su trabajo Das Wiedererstehende Babylón, publicado en Leipzig en 1925 que resumía sus trabajos de excavación realizados en la década de 1920 y ubicaba los jardines en el interior de la muralla sobre grandes bóvedas. El segundo, Wiseman,  presentó su teoría en  su obra Nabuchadrezzar and Babylón publicada en 1985 describiendo en ella su situación en un amplio espacio que dominaba y se extendía hacia el Éufrates; siendo esta la versión que hoy día tiene mayor número de adeptos.

 De cualquier forma el arquitecto que los proyectó tuvo, ya entonces, una visión urbanística en su concepción y grandes conocimientos hidráulicos, pues cualquiera de las situaciones requiere la organización de una red de aguas subterránea y su posterior elevación e irrigación a los diferentes niveles para posibilitar el riego de la variada vegetación que fue situada en cada una las terrazas. Los pozos se hundían hasta el nivel del río y cadenas de cangilones subían el agua por las columnas mediante sistemas movidos por animales o esclavos. El efecto conseguido era como una cuidada escenificación mediante la cual el palacio emergía entre la vegetación situada en el conjunto de terrazas que descendían formando una especie de plaza bastante amplia. De esta forma las palmeras, álamos y pinos se constituían en murallas verdes que vistas desde el río se recortaban sobre las murallas. Claudio Josefo en su obra Antigüedades judías nos habla de ellos: «[…] En este palacio hizo alzar grandes terrazas de piedra, les dio el aspecto de montañas y las cultivó y, plantando en ellas árboles de toda especie, dispuso lo que se llama el parque colgante porque su esposa, criada en el país medo, echaba de menos los lugares montañosos«.

palacioparqueasurbanipalninive.jpg(Estela de Asurbanipal.  (685-627 a. C) )

Pero no acaba aquí el interés por los jardines en Mesopotámia ya que sabemos que los reyes asirios Asurnasirpal (883-859 a. C.), Sargón II (721-705 a. C.) y Senaquerib (704-681 a. C.) tenían para su recreo una especie de parques de caza en los que además de la fauna autóctona mantenían una serie de animales exóticos traídos desde lejanos países como leones, avestruces o monos cuya finalidad era impresionar a los visitantes, en ellos organizaban también redes de irrigación para el mantenimiento de una fauna foránea entre los que encontramos, cipreses, cedros, almendros, palmeras, ébanos, robles y álamos. Contenían también una zona de huertas con membrillos, perales, higueras, palmeras, manzanos y granados. Este tipo de parque o jardín se mantuvo a lo largo del tiempo y una prueba de ellos es el relieve conocido como Estela de Asurbanipal (685-627 a. C.) en la que vemos al mencionado rey bebiendo relajadamente bajo los árboles y escuchando música, mientras de uno de los árboles cuelga la cabeza de Tiunman uno de sus enemigos añadiendo a su reposo la satisfacción de la victoria.

Jardines de este tipo serán frecuentes en los años sucesivos, siendo famosos los del imperio persa, descritos por Jenofonte en la Ciropedia relatando las cacerías del Gran Rey, siendo un ejemplo de ellos lo que el rey Astiages le dice a Ciro su hijo respecto a su jardín: «[…] Además, los animales que están en este momento en mi parque te los doy, y reuniré otros de todas las especies; cuando hayas aprendido a montar a caballo, los perseguirás y los abatirás con flechas o jabalinas, como los hombres mayores» .

Alejandro Magno conquistó la zona apoderándose de todas las posesiones reales entre ellas este tipo de de jardines de los que también disfrutó y, posteriormente, los romanos los consideraron parte del mito de opulencia oriental. Su tradición se mantuvo y pervivió reapareciendo en construcciones islámicas posteriores con el nombre de Tchahar-bag.

semiramisbabiloniadegas.jpg( Degas: Semiramis)