Arte en la escuela. Arte en el futuro. Un modelo en Inglaterra. Instituto Felpham. Reportaje de: Carlos Feral desde Inglaterra.
Estimados lectores de Alenarte:
Como sé que les tengo un poco abandonados desde que ando por tierras inglesas no me he podido resistir a hacer una pequeña crónica sobre algo que me ha llamado bastante la atención.
( Carlos Feral )
Arte en la escuela. Arte en el futuro. Un modelo en Inglaterra. Instituto Felpham. Reportaje de: Carlos Feral desde Inglaterra.
Me encuentro en West Sussex, en el sur de Inglaterra y gracias a un profesor de la Universidad de Chichester fui invitado a asistir a la exhibición anual de arte que los alumnos del instituto de secundaria Felpham Community College, de la vecina localidad de Felpham celebran cada año.
Me encontré que nos recibía un adolescente de apenas quince años tocando temas de guitarra clásica mientras que otros compañeros se ocupaban de una curiosa performance en la que armados con un marco adoptaban distintas poses como si de cuadros vivientes se tratara. La exposición estaba dividida en varios espacios dependiendo de la temática a tratar. Así podías acceder a la sala multiusos en la que estaban expuestas pinturas y esculturas de bastante calidad. Les aseguro que en Madrid he asistido a exposiciones “profesionales” que no llegan en algunos casos a impactarme tanto como lo han hecho estos chavales. En esa misma sala, al fondo estaba montado un improvisado escenario para la música y la danza. Los alumnos iban mostrando sus habilidades con el canto, con los instrumentos musicales mientras que otros danzaban. Les aseguro que lo hacían bastante bien.
Me sorprendió la sala de fotografía en la que los alumnos no solo muestran su creatividad y dan rienda suelta a sus intereses expresándose mediante una imagen sino que realmente les enseñan técnicas fotográficas e investigación de materiales y de distintos modos de expresarse artísticamente a través de las instantáneas. Un pequeño stand de videoarte también tenía su rinconcito y me gustó mucho comprobar que trabajaron en grupos sobre distintos proyectos y los dejaron plasmados en unos photo- books caseros pero muy interesantes.
La sección literaria recogía poesías y relatos cortos. Los formatos eran simples pero algunos más elaborados eran de llamar la atención. Los alumnos asisten a talleres de escritura y aprenden a componer textos de modo que no sólo tienen oportunidad de expresarse sino que pulen su técnica a través de la teoría unida a la práctica.
Cuando estuve hablando con el Director de la escuela, el Sr. Anstiss, me dijo que muchas de estas actividades se realizan dentro del horario escolar, pero que hay otras que se fomentan a través de clubs que tienen enganchados a los chavales al arte durante algunas tardes de la semana de modo que así sienten también la escuela no solo como un mero centro de aprendizaje sino un sitio donde se sienten a gusto y comparten intereses con otros jóvenes de su edad.
Existen muchas teorías y estudios sobre los beneficios de este tipo de actividades para los jóvenes pero quisiera detenerme un poco solamente en la motivación. . Lógicamente todos tenemos dos tipos de motivación: la intrínseca, es decir, cuando queremos satisfacer un deseo o esperamos conseguir un logro por propia iniciativa y la extrínseca que es cuando un agente externo o una persona ajena nos impulsa a lograr dichos objetivos.
En nuestras escuelas e institutos tendemos a abusar de las motivaciones extrínsecas, sobre todo mediante el sistema de premios y castigos sin pararnos a pensar en
que quizá sea más importante crear la atmósfera adecuada para enganchar a los chavales al aprendizaje y a que trabajen por el mero hecho de disfrutar de hacer cosas que, a la vez, les sirven para desarrollarse como personas y como futuros profesionales.
Estos talleres de arte no son un mero pasatiempo curricular o extraescolar. Tienen una función mucho más importante aunque aparentemente intangible: valora, respeta y afirma a los jóvenes en lo que quieren conseguir, ya sea una meta ambiciosa o modesta; proporciona a los chavales un entorno en el que se sienten seguros y con el que se llegan a sentir identificados; les estimula la creatividad no sólo en las artes sino en las ciencias o en otras áreas de conocimiento, despertando en ellos la curiosidad y las ganas de saber más y más y por último, pero no menos importante, reciben el reconocimiento por sus obras, en caso de que sus creaciones lo merezcan, o también aprenden a recibir críticas de modo constructivo, honesto y realista.
¿Creen entonces que promover el arte en escuelas e institutos merece la pena? En Inglaterra creen que sí y lo hacen desde edades bien tempranas. A ver si se nos pega algo de lo bueno que hay por el mundo.
Les dejo con un audio. En inglés, pero explicado por mí en castellano para que todos nuestros lectores y lectoras lo comprendan si no dominan el idioma. Es la entrevista al Director del Colegio del que les he escrito.