Cine de Diseño II: Minority Report. Por: Lucía Aragón.


En el año 2054 el crimen ha sido erradicado en Washington, D.C.  La policía Pre-crimen evita los delitos antes de que pasen gracias a tres individuos alterados genéticamente conocidos como los Precog por sus habilidades precognitivas. Es la fuerza contra el crimen más avanzada, un sistema perfecto. Y nadie trabaja con más ahínco para Pre-Crimen que su principal baluarte, el jefe John Anderton (Tom Cruise). Destrozado por una trágica pérdida, Anderton ha volcado toda su pasión en un sistema que potencialmente podría evitar a miles de personas la tragedia por la que él ha pasado. La votación para dar al proyecto carácter nacional está próxima. Un día como otro cualquiera, mientras revisa una visión de los Precog, encuentra algo que cambia su vida.

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Este proyecto llevaba años rodando por Hollywood hasta que Tom Cruise se interesó por él y se puso en contacto con Steven Spielberg para llevarlo a cabo. Inspirada en el homónimo relato de Philip K. Dick.

Uno de los principales retos de la producción fue crear un mundo creíble para este futuro próximo. Para ello Spielberg opta por no reinventar la sociedad, sino buscar una posible hipótesis de evolución del modo de vida. Una hipótesis especialmente interesante porque no es una mirada individual sino de un colectivo con criterio y especialmente, casi todo lo que nos rodea ha sido estudiado y modificado, más o menos.

Para visualizar esta hipótesis organizaron un congreso de tres días en el que el equipo técnico (guionista, diseñador de producción, diseñador artístico…), diseñadores, ilustradores, y una docena de científicos (tecnología, medioambiente, criminología, medicina, servicios sociales, transportes informática) pusieron en común sus teorías: sobre cómo se vería afectada la sociedad, cómo se podrían percibir direcciones y tendencias actuales y hasta donde podrían evolucionar.  El resultado nos enfrenta a un mundo mejorado, heterogéneo, más solidario, en el que la tecnología está siendo cada vez más eficiente.

A nivel ecológico hay un cierto renacimiento. Se ha tomado conciencia real de la necesidad de luchar contra la contaminación. El petróleo ha dejado de usarse ante el desarrollo del sistema de tráfico tridimensional por levitación magnética el «Mag-lev» que puede viajar cambiando de superficie, horizontal, vertical… sobre las azoteas, los muros, carreteras… Para fuera de la ciudad también existen coches, más similares a los actuales, pero se mueven con energía eléctrica, la energía básica de este futuro.

Se desliga de los habituales futuros postapocalípticos. No ha existido conflicto  sino que el mundo ha conseguido sobrevivir, superar los enfrentamientos internacionales. Las armas de fuego han sido ilegalizadas, y en su lugar la policía Pre-crimen tiene unas armas alternativas: aturdidores que funcionan por ondas sonoras y la porra-nausea.

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La gente es más sedentaria, casi todo se puede hacer desde casa. Existe un ciclo estricto de consumo y reciclado, pero comprar es la base de todo,  y en especial comprar tecnología. Existe un sistema de escáner de retina, omnipresente, que permite entrar en el metro,  encender el coche, entrar en casa o el trabajo… pero además los anunciantes lo utilizan para reconocer y dirigir la publicidad específicamente a cada individuo.

Nuevos materiales, menos pesados, más resistentes, casi orgánicos; pantallas táctiles, video tridimensional,  nuevas drogas de diseño… carne en spray y gatos gigantes, modificados genéticamente para alcanzar el tamaño de un perro. 

Todo ello con un aspecto muy verídico gracias a efectos especiales de ILM, utilizados, como es habitual en Spielberg, de una manera muy inteligente.

Es un mundo original, pero aún así encontramos vínculos con otras películas de este director como AI en la que el entorno no es muy diferente ni tampoco la disyuntiva moral planteada; y también homenajes  a  algunas de las principales películas de este género utópico: el  blanco refulgente de la sala de los Precogs recuerda al que rodea a los individuos oprimidos de THX 1138; el trasplante de ojos a Blade Runner…

Pero ese bienestar social implica sacrificios muy grandes como la renuncia consciente a la privacidad que conlleva el escaner de retina (saben en cualquier momento donde estás), o el propio sistema de pre-crimen, con el que los deseos más oscuros de todo individuo quedan al descubierto. Otro grave sacrificio es el dilema ético que supone la experimentación genética que ha permitido el nacimiento de los Precogs y las condiciones en que viven (vegetan). Se les hace como son, privándoles de la posibilidad de una vida normal, pero no sólo eso sino que no se les permite vida alguna, ni individualidad, ya que su vida solo tiene sentido para un fin: predecir los crímenes. Se les trata como a delicados ordenadores orgánicos, sin muchos más derechos que un delfín.  Todo en beneficio  de una mayoría de ciudadanos.

                                                                               

Lo más interesante de este aspecto de la Ciencia Ficción es la idea de hasta qué punto estas hipótesis de futuro pueden condicionar el futuro real. En este caso, el cine nos ayuda a imaginar nuevos inventos que harán más cómoda nuestra vida y tal vez alguien, algún día, sea capaz de llevarlos a cabo.